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02/Sep/2025

  1. Tamaño de la porción
     Este es el punto de partida. La mayoría de los valores del envase se calculan por porción, no por el paquete completo. Si el envase dice que trae 2 porciones y tú te lo comes entero, debes multiplicar todo por 2.
  2. Calorías
     Las calorías indican cuánta energía aporta ese alimento. Pero no te fijes solo en el número: lo importante es de dónde vienen esas calorías.
  3. Grasas

  • Grasa total: Ojo con los productos altos en grasa.
  • Grasa saturada: Relacionada con enfermedades del corazón. Mientras menos, mejor.
  • Grasas trans: Evítalas. Aumentan el colesterol “malo” y bajan el “bueno”.
  1. Azúcares
     Revisa si el producto contiene azúcares añadidos (como jarabe de maíz, miel, azúcar, dextrosa, etc.).
    La Organización Mundial de la Salud recomienda que no más del 10% de las calorías diarias provengan de estos azúcares (OMS, 2015).
  2. Fibra dietética
     Es tu aliada. Aporta saciedad, mejora la digestión y ayuda a controlar el colesterol. Busca productos con más de 2 g de fibra por porción.

  3. Sodio (sal)
     Un exceso de sodio está relacionado con hipertensión. Idealmente elige productos con menos de 140 mg por porción.

 Ingredientes: el truco está en el orden

En la parte inferior del envase encontrarás la lista de ingredientes, ordenados de mayor a menor cantidad.
Si los primeros son azúcar, harina refinada o aceites, no es una buena señal.
Prefiere productos donde los ingredientes sean fáciles de entender y no una lista de químicos.

Tips para elegir mejor

  • Menos es más: Mientras más corta la lista de ingredientes, mejor.
  • Evita palabras como “jarabe”, “glucosa”, “maltosa” o “dextrosa”, todas son formas de azúcar.
  • No te dejes llevar por frases como “light”, “natural” o “sin azúcar”: revisa la etiqueta igual.
  • Compara marcas. A veces el mismo producto (como un yogur) puede variar mucho entre marcas.

En resumen…

Leer etiquetas no tiene por qué ser complicado. Solo necesitas saber en qué fijarte. Elige productos con menos azúcar, grasas saturadas y sodio, y prefiere los que tienen más fibra y usan ingredientes reales.

📚 Referencias

  • Organización Mundial de la Salud (2015). Directriz: Ingesta de azúcares en adultos y niños. https://www.who.int/publications/i/item/9789241549028
  • S. Food and Drug Administration (FDA). How to Understand and Use the Nutrition Facts Label. https://www.fda.gov/media/99069/download
  • Monteiro, C.A., Cannon, G., Levy, R.B., et al. (2019). Ultra-processed foods: what they are and how to identify them. Public Health Nutrition, 22(5), 936-941. doi:10.1017/S1368980018003762

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Cuando hablamos de subir de peso, muchas veces los carbohidratos son los primeros en recibir la culpa. Pero, ¿realmente todos los carbohidratos hacen engordar? La ciencia dice que no todos los carbohidratos son iguales, y su impacto en nuestro peso depende de su calidad y la cantidad que consumimos.

¿Qué dice la ciencia?
 Un estudio realizado por Wan et al. (2023) mostró que las personas que aumentaron el consumo de carbohidratos de baja calidad (como el pan blanco o papas fritas) tendieron a subir más de peso. En cambio, quienes optaron por carbohidratos de mejor calidad, como granos integrales, frutas y verduras sin almidón, lograron mantener o incluso bajar de peso (Wan et al., 2023).

¿Y las dietas bajas en carbohidratos?
 Existe una teoría llamada el modelo carbohidrato-insulina, que sugiere que comer muchos carbohidratos de rápida digestión (como azúcar o pan blanco) puede hacer que el cuerpo libere más insulina, lo que favorecería el almacenamiento de grasa (Ludwig, 2023). Sin embargo, esta idea ha sido discutida, ya que otros estudios no encontraron que las dietas bajas en carbohidratos sean necesariamente mejores para bajar de peso a largo plazo (Sala, 2017).

¿Y el azúcar?
 El consumo excesivo de azúcares libres (como en bebidas azucaradas, dulces o productos procesados) también se ha relacionado con el aumento de peso, sobre todo cuando se combinan con una dieta poco balanceada (Yamakawa et al., 2020).

Entonces… ¿qué hago?
 La clave no está en eliminar los carbohidratos, sino en elegir los correctos. Aquí algunos consejos simples:

  • Prefiere granos integrales como avena, arroz integral o quinoa.
  • Come frutas y verduras todos los días, sobre todo las que no son tan ricas en almidón (como el brócoli, zanahorias, manzanas).
  • Evita abusar de productos como pasteles, galletas, pan blanco o bebidas azucaradas.
  • No le temas a los carbohidratos, pero elige calidad antes que cantidad.

 

Referencias

  1. Wan, Y., Tobias, D.K., Dennis, K.K., et al. (2023). Asociación entre los cambios en la ingesta de carbohidratos y los cambios de peso a largo plazo: estudio de cohorte prospectivo. BMJ, 382:e073939. https://doi.org/10.1136/bmj-2022-073939
  2. Ludwig, D.S. (2023). Modelo carbohidratos-insulina: ¿La visión convencional de la obesidad invierte la causa y el efecto? Philosophical Transactions of the Royal Society B, 378(1888):20220211. https://doi.org/10.1098/rstb.2022.0211
  3. Sala, K.D. (2017). Una revisión del modelo carbohidratos-insulina de la obesidad. European Journal of Clinical Nutrition, 71(3):323-326. https://doi.org/10.1038/ejcn.2016.260
  4. Yamakawa, M., Wada, K., Koda, S., et al. (2020). La ingesta elevada de azúcares libres se asocia con el aumento de peso en hombres japoneses. Journal of Nutrition, 150(2):322-330. https://doi.org/10.1093/jn/nxz227


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